Una gran trascendencia internacional -algunas veces manipulada
mediáticamente-, ha tenido la asistencia de Cuba en la VII Cumbre de las
Américas, cuando en realidad la Mayor de las Antillas sólo tiene el
propósito de exponer las trasformaciones para bien en nuestro modelo
económico socialista.
En tal sentido, por primera vez desde 1994, una delegación cubana acude a la cita regional de jefes de Estado que tiene como sede a Panamá, entre el 10 y 11 de abril, con la asistencia anunciada hasta la fecha de 33 presidentes de de la región.
Además, hoy está a punto de llegar el primer grupo de un centenar de representantes de la sociedad civil cubana, entre ellos, jóvenes, académicos, intelectuales, empresarios y cooperativistas, quienes asistirán a los foros y actividades paralelas de la cita hemisférica. Se ha anunciado la celebración de una conferencia de prensa para exponer una Declaración de Principios.
Según el programa oficial, se llevará a cabo el Foro de Rectores de Universidades de la región, el de la Sociedad Civil, un Encuentro de Jóvenes y reuniones ministeriales por sectores.
Tres ejes temáticos están planteados para la reunión presidencial: combate a la pobreza; aumento de la cooperación en materia de salud, educación, seguridad, medio ambiente, y energía; y el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y participación ciudadana.
Cuba acude a la Cumbre de las Américas a solicitud de gobiernos latinoamericanos, con extremas ganas de compartir las conquistas sociales de la Revolución, de contribuir a la materialización de las ideas de Bolívar y Martí.En modo alguno, la presencia en esa cita regional representa el propósito de reintegrase a un organismo tan desprestigiado e inoperante como la OEA.
Hace más de medio siglo, ciertamente el 31 de enero de l962, fue expulsada de la Organización de Estados Americanos, con una resolución cuyo texto sentenciaba “la adhesión de cualquier miembro de la OEA al marxismo leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano…”
Meses antes, Cuba salió victoriosa del zarpazo de la invasión mercenaria, auspiciada por Estados Unidos, en la Bahía de Cochinos y combatía enérgicamente contra el bandidismo, a pesar de la pasividad del organismo hemisférico frente a estas agresiones, que estaba obligado a mediar entre estas controversias.
Para el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, fiel defensor de la diplomacia revolucionaria, la OEA era una especie de “Ministerio de Colonias” de Estados Unidos. Nefastas páginas de la historia demostraron la certeza de esta afirmación con la anuencia a las intervenciones armadas yanqui en República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989) y el respaldo a los golpes de estado contra gobiernos con un destello de democracia o acciones en defensa de sus poblaciones.
No estamos los cubanos hipnotizados por el llamado reacomodamiento geopolítico y los delirios de grandeza de la Casa Blanca. Vamos a una cumbre donde estará presente el consenso de países latinoamericanos y caribeños, no a la OEA.
En tal sentido, por primera vez desde 1994, una delegación cubana acude a la cita regional de jefes de Estado que tiene como sede a Panamá, entre el 10 y 11 de abril, con la asistencia anunciada hasta la fecha de 33 presidentes de de la región.
Además, hoy está a punto de llegar el primer grupo de un centenar de representantes de la sociedad civil cubana, entre ellos, jóvenes, académicos, intelectuales, empresarios y cooperativistas, quienes asistirán a los foros y actividades paralelas de la cita hemisférica. Se ha anunciado la celebración de una conferencia de prensa para exponer una Declaración de Principios.
Según el programa oficial, se llevará a cabo el Foro de Rectores de Universidades de la región, el de la Sociedad Civil, un Encuentro de Jóvenes y reuniones ministeriales por sectores.
Tres ejes temáticos están planteados para la reunión presidencial: combate a la pobreza; aumento de la cooperación en materia de salud, educación, seguridad, medio ambiente, y energía; y el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y participación ciudadana.
Cuba acude a la Cumbre de las Américas a solicitud de gobiernos latinoamericanos, con extremas ganas de compartir las conquistas sociales de la Revolución, de contribuir a la materialización de las ideas de Bolívar y Martí.En modo alguno, la presencia en esa cita regional representa el propósito de reintegrase a un organismo tan desprestigiado e inoperante como la OEA.
Hace más de medio siglo, ciertamente el 31 de enero de l962, fue expulsada de la Organización de Estados Americanos, con una resolución cuyo texto sentenciaba “la adhesión de cualquier miembro de la OEA al marxismo leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano…”
Meses antes, Cuba salió victoriosa del zarpazo de la invasión mercenaria, auspiciada por Estados Unidos, en la Bahía de Cochinos y combatía enérgicamente contra el bandidismo, a pesar de la pasividad del organismo hemisférico frente a estas agresiones, que estaba obligado a mediar entre estas controversias.
Para el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, fiel defensor de la diplomacia revolucionaria, la OEA era una especie de “Ministerio de Colonias” de Estados Unidos. Nefastas páginas de la historia demostraron la certeza de esta afirmación con la anuencia a las intervenciones armadas yanqui en República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989) y el respaldo a los golpes de estado contra gobiernos con un destello de democracia o acciones en defensa de sus poblaciones.
No estamos los cubanos hipnotizados por el llamado reacomodamiento geopolítico y los delirios de grandeza de la Casa Blanca. Vamos a una cumbre donde estará presente el consenso de países latinoamericanos y caribeños, no a la OEA.
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