La ciudad de Camagüey, encierra en sus calles e inmuebles la historia de 496 años y las peculiaridades de ser llamada por pobladores y visitantes "la ciudad de los tinajones".
Por :Aymee Amargós
La villa principeña desde su nacimiento comenzó a tejer una historia que ya tiene 496 años. Escribir hoy sobre mi ciudad con los encantos y desventuras, sirve para continuar descubriéndola.
Lo cierto es los que vivimos en ella y los que permanecen lejos mantenemos ese orgullo por ser camagüeyanos.
Surgida en 1514, Santa María del Puerto del Príncipe, muestra en la actualidad una mezcla de modernismo y tradición. Un entorno donde las nuevas edificaciones se interrelacionan con aquellos atractivos históricos que le brindan personalidad a la urbe.
Según referencias, la villa surgió el 2 de febrero a orillas de la Bahía de Nuevitas. Luego se trasladó tierra adentro y se asentó definitivamente entre los ríos Tínima y Hatibonico.
Sus calles caprichosas, laberínticas se articulan en el centro histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La villa nació del barro. Con barro se moldearon los tinajones que adornan casas, jardines, parques y aportan un toque de distinción que recuerdan la época colonial.
Entre sus lugares más significativos están las plazas, las iglesias, el casino campestre y otros sitios que muestran la mejor la magia de una ciudad de leyendas.
Los bienes arquitectónicos que atesora han sido conservados de alguna manera por varias generaciones. Perduran las herencias urbanísticas, la historia, los rasgos que nos distinguen y la valía de su gente.
En perfecta armonía se unen encantos y misterios. Por esa razón quizás resulte difícil de comprender a la comarca.
Cada cumpleaños lleva al recuento. La ciudad dio a los moradores un legado cultural repleto de sucesos y personajes que alimentan su existencia.
Territorio que ennoblece por poseer una cultura que ha aportado al país algunos de los nombres ilustres y una población un tanto cariñosa que mantiene como slogan “ TE QUIERE Y ABRAZA CAMAGUEY”.
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