sábado, 14 de febrero de 2015

Un sublime paradigma de amor



Una de las más bellas y fascinantes historias de amor que transcendió su época fue la de Ignacio Agramonte y Amalia Simoni. Se casaron el 1 de agosto de 1868. El  tiempo no  ha podido borrar ese encantamiento amoroso que revive en   muchas parejas  de hoy.

Por. Aymee Amargós .

Con la castidad y el ardor anidando en la estela purísimo del velo. Con las manos trémulas de emoción llegó Amalia ante el altar.

Con la escultórica frente retando al destino. Con las manos resueltas a embriagar el deber, a estrechar y a amar llegó  Ignacio ante el altar.

Aquel primero de agosto de 1868 Amalia e Ignacio enlazaron sus manos resueltas y dijeron sí a la pureza y la pasión.

Decidieron  amarse en la añoranza y en la entrega, en el rincón amable de jardín o el  recóndito campamento insurrecto.

 
El 1 de agosto de 1868 contrajo nupcias la pareja  Todos los años desde 1991, en Camagüey  se recuerda  el aniversario de la boda  con el enlace de parejas de jóvenes en la casa Quinta natal de la esposa del patriota camagüeyano.como símbolo de admiración y respeto al amor de, quienes permanecieron juntos en la alcoba o en la manigua redentora, junto al piano o el clarín mambí.

En las páginas de la historia de Cuba existen ejemplos de parejas que han hecho de su unión un símbolo de relación humana en medio del batallar por la libertad.

Ignacio Agramonte  y Amalia Simoni  trascendieron en el tiempo, desde el instante mismo en que abrazaron la causa independentista y pusieron el deber ante la felicidad.

Cada día es perfecto para hacer saber al mundo que amas a alguien, quizás ese alguien  necesita saberlo...  Abrir el corazón y  que vuele  para que se haga inmenso y eterno el  amor. Ese músculo del alma,  que  paralelamente a la espontaneidad necesita del juicio y de la creación para alentarlo y salvarlo. Cupido, Eros o San Valentín, cada cual lo nombra como quiere, pero no puede ocultar su presencia. Más allá de edades, épocas o circunstancias. A la moderna  o a la antigua, el amor sigue siendo el Amor.

Siempre habrá  corazones dispuestos a amarse  entre  palpitantes empeños, resueltos a fundar, crear y crecer., frente al heroico destino y leales al amor de Amalia e Ignacio.

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